Todo lo que arde
Todo lo que arde no desaparece. Todo lo que se quema no se pierde. Y lo que queda es mucho más que las cenizas.
La sensación de armonía con el calor de la chimenea, el sentimiento de protección del invierno, la furia del fuego contenida y sirviendo a su dueño.
La belleza de la llama reside, entre otras, en su espontaneidad y en que es efímera, como las caricias, los besos, los abrazos,... Y qué decir de compartir la llama con grandes personas, cariñosas , sabias, entrañables, divertidas, son los mejores ratos que he pasado junto a esta candela que algunos reconoceran. El silencio en la oscuridad y todos mirando al fuego como esperando algo que sabes que nunca llegará o quizás ...
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