años de juventud

Los años de desmadre de juventud, que siempre recordaba en sus últimos meses, terminaron de forma contundente bajo las curvas del puerto de la Morcuera. Una fría noche, el hielo sobre el asfalto, algo incompatible con su estilo de conducción y su experiencia (altas revoluciones, giros bruscos, pocos reflejos...), hizo que la montaña eligiera otra trayectoria. El coche se quedó como derramado sobre la ladera después de dar unas vueltas de campana y sus hierros oxidados por el calor del fuego y el paso del tiempo echaron raíces entre las malas hierbas. Sólo los días despejados, yendo despacio, se descubre el viejo automóvil que ahora forma parte del entorno como una roca más y se muestra como señal de peligro o, quizás, como amenaza para los temerarios que lo ven por casualidad. Aún se conserva parte del color verde botella de la carrocería y el brillo del parachoques niquelado que dejan imaginar cómo era aquel deportivo que pocos meses antes había estrenado.